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1 de octubre de 2024José Ignacio y Sebastián
Los hermanos Maturana
José Ignacio Maturana
Enólogo y fundador de Maturana Winery
Ranqueado como uno de los mejores enólogos de Chile.
Lideró el equipo enológico de una de las viñas más prestigiosas de Chile, ganadora de importantes premios en competencias internacionales a lo largo del mundo.
Elegido por el diario más importante de Chile «El Mercurio» como el Enólogo más innovador de chile el año 2017″; y su proyecto Maturana Winery fue elegido como el mejor proyecto vitivinícola del año 2017 por el circulo de cronistas gastronómicos y periodistas del vino en Chile.
José Ignacio Maturana, enólogo y socio propietario de Maturana Winery, junto a su hermano Sebastián y su familia, decidieron en el 2010 dar inicio a una pasión por la elaboración de exponentes únicos, de calidad excepcional, que representaran una forma de vida y de cómo mantener intactas las condiciones propias de donde provienen las uvas que dan vida a su colección de vinos.
Un proyecto que nace con el propósito de obtener las mejores variedades, que nacen de lugares que reúnen condiciones naturales propias para la obtención de vinos con una identidad única y de grandes atributos. Viñedos provenientes de lugares con un fuerte enfoque patrimonial y de agricultura familiar campesina. Sus fortalezas son la Innovación, Diferenciación, Calidad, Pasión, Rescate de Cepas Patrimoniales y el Comercio Justo. Se distinguen por su fuerte compromiso en dar a conocer los antiguos viñedos existentes en la zona central de Chile, que datan aproximadamente de 1910 con cepas patrimoniales como el país, torontel, semillón, San Francisco, entre otras variedades. Maturana Winery es una de las viñas boutique más premiadas de Chile en los últimos años, recibiendo reconocimientos como “Mejor Proyecto Vitivinícola del Año y la Viña más Innovadora del Año 2017”, premio otorgado por el Círculo de Cronistas Gastronómicos y Periodistas del Vino en Chile.
José Ignacio Maturana trabajó como enólogo de la colchagüina Casa Silva entre 2000 y 2014. Una experiencia formadora bajo el alero de Mario Geisse, uno de los enólogos más reputados de la escena sudamericana. Pero en 2011, Maturana sintió que ya era momento de encarar un proyecto distinto. Y con su padre, Javier Maturana, y más tarde con su hermano, Sebastián, comenzaron a diseñar Maturana Wines, primero con un carménère, el que aún es su ícono, MW, y luego poco a poco armando un catálogo que hoy debe estar entre los más variados y entretenidos de la escena chilena. Tras dejar Casa Silva, Maturana y su familia tuvieron la libertad para experimentar con zonas y cepas que hasta ese momento nunca habían pasado por sus manos. Hoy producen unas 230.000 botellas y su portafolio se divide en los vinos de corte más clásico, bajo la marca Puente Austral, y el resto bajo la marca Maturana. Allí se incluyen 2 de los mejores naranjos que hay hoy en el mercado, Vox Viognier y Parellón, el primero de viognier de la zona de Colbún, hacia la cordillera de los Andes, en el Valle del Maule, y el segundo de parras centenarias en la costa de Colchagua. Pero hay más, como el trabajo de la bodega con el país en Patel, un tinto ligero y jugoso en base a país, con moscatel, algo de riesling y semillón, todo de viñedos muy viejos en Paredones, el mismo lugar de donde viene Parellón y que hoy es una de las principales fuentes para Maturana, un catálogo donde siempre hay sorpresas y vinos llenos de personalidad.
Recorremos cada rincón de los valles vitivinícolas de Chile para encontrar cada una de las uvas que cumplen con nuestros estándares.
José Ignacio, conocemos tu trayectoria profesional, pero nos gustaría saber un poco más sobre tus inicios. ¿Dónde naciste? ¿En qué colegio estudiaste? ¿Cómo fue tu recorrido antes de convertirte en enólogo?
Bueno, nací en Santiago de Chile el 14 de abril de 1975. Mi padre siempre estuvo relacionado con el mundo agrícola, aunque en esa época trabajaba en una empresa dedicada a la producción de tabaco para cigarrillos. Pasé mi infancia en la ciudad de San Fernando, donde actualmente se encuentra nuestra bodega. Estudié en colegios maristas.
Por cuestiones de trabajo, mi familia se trasladó a Talca, una ciudad al sur de San Fernando, donde terminé mi educación secundaria en el Colegio La Salle. Desde joven, tenía claro que quería estudiar agronomía, aunque no sabía exactamente en qué área especializarme. Ingresé a la Universidad de Talca para estudiar agronomía, pero después de dos años, logré transferirme a la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC) en Santiago, donde finalmente me gradué.
Siempre tuve el sueño de estudiar en la Universidad Católica, desde que era un niño. Fue un objetivo que me propuse, y gracias a mi constancia y esfuerzo, logré alcanzarlo. La PUC es una gran universidad, donde pude explorar toda el área agronómica. Fue ahí donde decidí dedicarme a la enología.
Opté por la enología porque quería viajar, experimentar el mundo sensorial de la gastronomía, el vino y otras culturas. La viticultura y la enología me parecieron la mejor manera de cumplir con esa aspiración dentro de la agronomía.
¿Y has logrado cumplir esa aspiración, José Ignacio? ¿Se ha materializado ese sueño de viajar, probar y experimentar con los vinos y la gastronomía?
Sin duda, al cien por ciento. Desde que comenzamos a levantar nuestro proyecto, he tenido la oportunidad de viajar a muchos países. He conocido a personas maravillosas e interesantes, y he disfrutado de comidas increíbles, siempre bajo un espíritu de honestidad y sencillez, más que de ostentación. He compartido comidas caseras en diferentes países con gente honesta, que comparte una forma de vida similar a la nuestra.
Es algo que realmente valoro. Cuando conoces a personas en distintas partes del mundo que comparten tu misma visión de vida, te das cuenta de que no estás solo en este camino.
Querido José Ignacio, cuéntanos un poco sobre tu familia, tus raíces, tus hermanos, tu pareja, tu esposa. Nos encantaría saber más sobre eso.
Bueno, tengo cinco hermanos, yo soy el segundo de los cinco. Somos tres hombres y dos mujeres. Estoy casado con Gloria desde hace 23 años, y tenemos cuatro hijos. La verdad es que Gloria ha sido un pilar fundamental en esta aventura del emprendimiento, tanto en términos profesionales como económicos. Fue una apuesta bastante arriesgada. Cuando tomé la decisión de renunciar en el año 2014, teníamos los cuatro niños, un sueldo fijo, todo estaba bastante estable. Salir de esa zona de confort no fue fácil, pero ella nunca dudó en apoyarme. Me dijo: «Tú eres completamente capaz, así que adelante.» Eso me dio la fuerza necesaria para seguir adelante y construir este proyecto que, hoy en día, está tomando forma de una manera muy bonita y emocionante.
Lo interesante de este proyecto es que es liderado por la familia. Aunque fui yo quien lo inició, invité a mi hermano Sebastián para que liderara la parte comercial y gastronómica. Además, mi esposa Gloria también se encarga de recibir y coordinar todo el área de turismo. Es un negocio muy personal; como se solía decir, «atendido por sus propios dueños». Literalmente, todo lo hacemos nosotros. Recientemente, se incorporó mi hermana Javiera para apoyar en el área gastronómica, ya que estamos trabajando en un proyecto de turismo bastante interesante en nuestra nueva bodega.
Tuve la oportunidad de conocer la nueva bodega, donde tienen un área para recibir empresas, hacer degustaciones y eventos corporativos. ¿Cómo surgió la idea de implementar todo esto dentro de la bodega? Porque ya de por sí, la bodega Maturana es una gran apuesta, y seguir invirtiendo en algo que no se veía mucho en bodegas boutique es aún más arriesgado.
Nuestro lema siempre ha sido «nunca dejar de sorprender». Para mí, eso es como una marca a fuego, tanto en los vinos como en la vida. Aprovechando el conocimiento profesional de mi hermano Sebastián, que es chef de profesión, pensamos: «¿Por qué no llevar la experiencia Maturana a otro nivel?» No solo en términos de vinos, sino también en gastronomía, en un entorno tranquilo, pausado, natural, y a solo un paso de Santiago.
Ahora estamos incorporando alojamiento, un área para eventos, y ampliando la oferta gastronómica con la ayuda de Sebastián. Además, con la incorporación de Javiera, mi hermana menor, y Gloria liderando el proyecto de turismo de la vinícola, tenemos un equipo familiar de primera línea trabajando día a día para hacer crecer esta nueva experiencia, siempre atendiendo a nuestros clientes personalmente.
Como te dije, somos la primera generación en construir esto desde cero. Lo hemos hecho todo desde la nada, y ahora está tomando una forma muy emocionante con una proyección muy prometedora para el futuro.
José Ignacio, como mencionabas, ustedes son la primera generación de la familia Maturana en emprender en la viticultura. En Chile, es común que las bodegas exitosas provengan de familias con varias generaciones en el rubro vitivinícola. Cuéntanos, ¿cómo ha sido ser la primera generación Maturana en este mundo?
Correcto. Después del terremoto, tomamos la decisión de emprender este proyecto y convertirnos en la primera generación en el mundo vitivinícola. Mi familia siempre se dedicó a la agricultura, pero el mundo del vino era completamente desconocido para mí. Sin embargo, me parece muy motivador estar creando algo con la vista puesta en el futuro, pensando en nuestros hijos, sobrinos, nietos, y más allá.
Lo más interesante de todo esto es que, aunque no tenemos nada asegurado, le estamos poniendo tanta pasión y corazón a este proyecto que, naturalmente, los niños lo están viviendo de cerca. Por ejemplo, mis hijos y sobrinos me ayudan con el diseño de las etiquetas, la elección de colores, los nombres de los vinos, etc. Esto crea una comunicación familiar en torno al proyecto, que siembra la curiosidad en ellos para que, con el tiempo, se adentren en la experiencia de la industria familiar.
No quiero que este proyecto muera conmigo; quiero que avance y que, cuando yo ya no esté, ellos lo continúen con el mismo cariño y pasión que le hemos puesto mi esposa, mi hermano y yo para levantarlo.
Claro, imagino que esa es la esperanza de todo innovador, que sus hijos continúen el proyecto. Hay una historia muy particular sobre un vino que se llama Luca. Me encantaría que nos cuentes esa anécdota antes de cerrar la entrevista.
Luca es mi hijo menor, y cuando tenía alrededor de un año y medio, planté una variedad de uva Syrah en el patio de nuestra casa. Ese viñedo se convirtió en la base del rosado de Maturana Wines. Son solo dos mil plantas, lo que se traduce en unas dos mil botellas, y cuidamos esas uvas como si fueran parte del jardín de la casa.
Luca, a esa edad, salía gateando al fondo de la casa y se comía las uvas. Yo notaba que faltaban granos en los racimos y, al principio, culpaba a los pájaros. Tapé las parras con mallas para proteger las uvas, pero seguían faltando granos. Un día, mi esposa Gloria me mandó un video y me dijo: «Oye, encontré a tu pajarito, mira quién es.»
En el video, Luca estaba sentado bajo las parras, metiendo sus deditos entre la malla y sacando los granitos uno por uno. Algunos se los comía, otros los tiraba. Cuando le conté esta anécdota a un importador en Brasil, me dijo que no podía guardarme esa historia, que debía compartirla. Así nació Luca, un vino con base de Cabernet Sauvignon que captura la jovialidad, la juventud y la audacia que me recuerda a mi hijo en ese momento.
Y así es como nació el vino Luca, cargado de esa historia tan especial.
Ah, qué buena historia, realmente muy bonita. Eso refleja mucho el espíritu familiar que tiene la bodega.
Claro, todo lo que hacemos está pensado en capturar y preservar los momentos cotidianos, llevarlos a una botella, a un instante específico, y luego compartirlos en una cena, con la gastronomía, creando esa experiencia única de la que te hablaba.
Sebastián Maturana
Director Comercial, fundador de Maturana Winery
Con un espíritu emprendedor, creativo comercialmente y muy proactivo, Sebastián ha sabido reinventarse en el rubro gastronómico en diferentes áreas, hasta ha obtenido galardones. Hoy está a cargo de Maturana Winery, una de las viñas boutique más premiadas de Chile este último tiempo.
Sebastián es director comercial y fundador de Maturana Winery.
Profesional con experiencia en cargos ejecutivos en las áreas Comerciales y Operaciones, desarrollo de nuevos negocios y desarrollo de productos, principalmente en Industria de Alimentos. Elegido el 2009 dentro de los 100 jóvenes líderes de Chile por la revista Wiken del diario el mercurio, fue uno de los pioneros en desarrollar el concepto del maridaje de vinos, asesorando a importantes viñas en diferentes países. Cocinero de profesión con experiencia en cargos de chef ejecutivo en Vail Colorado, USA y en Viña Casa Silva, Chile.
Sebastián, quien también tiene experiencia en la industria hotelera y gastronómica, ha jugado un rol fundamental como director comercial de la bodega. Su enfoque no solo se centra en vender vinos, sino en vender historias, un concepto que define la filosofía de Maturana Winery. Esta bodega boutique ha ganado reconocimiento por su innovación y su capacidad para capturar la esencia de los terroirs chilenos, creando vinos únicos y emocionantes que se diferencian del enfoque tradicional de la industria vitivinícola chilena.
Estudió en los Hermanos Maristas de San Fernando. Luego Administración en Producción Gastronómica en Inacap. Cursó el Programa MBA, diploma en Dirección General y Gestión de Empresas de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile.
En lo personal desde muy chico, ha sido disperso y eso le ha servido mucho para desarrollar la curiosidad de acuerdo con lo que va observando a lo largo de su vida. Siempre lo ha tomado como una oportunidad. «Soy alegre, extrovertido y me gusta sociabilizar, pero también tengo una mezcla con estar conmigo mismo, pensar y poder ir armando este rompecabezas que se llama vida. Profesionalmente posee experiencia en cargos ejecutivos en las áreas Comerciales y Operaciones, desarrollo de nuevos negocios y desarrollo de productos, principalmente en Industria de alimentos. Tengo un espíritu emprendedor, creatividad comercial, empático, proactivo, buenas destrezas relacionales, capacidad de liderar y comprometer equipos de personas, generar e implementar exitosamente estrategias comerciales».
Su andar por las cocinas
El clan Maturana está compuesto por una familia muy unida que ha estado la mayor parte del tiempo en la ciudad de San Fernando. «Somos 5 hermanos: Francisco, José Ignacio, Sebastián, Javiera, Catalina y mis padres, Javier y María Angélica. En lo personal, estoy divorciado y tengo dos maravillosos hijos Domingo y Nicolás», indica.
En el año 2001 se fue a trabajar como ayudante de cocina a Estados Unidos a un hotel llamado The Lodge at Vail, ubicado en Vail Colorado. «Luego de 4 años aproximadamente fui sub-chef ejecutivo del establecimiento, fue una increíble experiencia «, dice.
En el 2006 junto a su ex señora Elisa, «tomamos juntos el proyecto del Hotel Restaurant y eventos de la Viña Casa Silva, donde lo armamos desde cero y fue muy gratificante, lo que se logró después de dos años a finales del 2008. Además, armamos un restaurant que estaba ubicado en Santa Magdalena en Providencia que se llamó Creative kitchen, era un establecimiento que básicamente se basaba en la comida funcional y en el asesoramiento a las viñas con los respectivos maridajes «, señala Sebastián.
En el 2009 salió elegido dentro de los 100 jóvenes lideres de la revista Wiken del diario El Mercurio por el concepto de la comida funcional.
A fines de ese año el proyecto creció y armó Casa Mar que estaba ubicado en la calle Padre Hurtado entre Vitacura y Las Hualtatas. «Este era un restaurant básicamente con una oferta de pescados y mariscos única que también basaba su gastronomía en la comida funcional, cometí varios errores y lamentablemente ocurrió nuestro primer fracaso no fue para nada el negocio que esperábamos y ya estaba cansado de las cocinas de los restoranes y todo lo que significa ese estrés de vida, me retiré», enfatiza. Para el 2011 desarrolló un negocio de comida preparada congelada a las minerías con platos basados en pescados, para mejorar el consumo de esta proteína en lugares remotos.
«Creo que todo cocinero tiene la misma meta, tener su propio restaurant y que sea exitoso, en parte creo que lo cumplí no se si el medio me reconoció, no buscaba eso solo me dediqué hacer lo que me gustaba y sabía hacer», expresa el chef.
Maturana Winery, el vino según los hermanos Maturana
Para Sebastián Maturana Winery es un sueño hecho realidad. Junto a su hermano José Ignacio y su familia decidieron en el año 2010 luego del gran terremoto que afectó a Chile, iniciar una pasión por la elaboración de vinos de calidad excepcional, que sean únicos, que representan una forma de vida y de mantener intactas las condiciones propias de donde provienen nuestras uvas. «Maturana Winery es una de las viñas bou- tique más premiadas de Chile este último tiempo, recibiendo premios como «Mejor Proyecto Vitivinícola del Año y la Viña más Innovadora del Año 2017», galardón otor- gado por el Circulo de Cronistas Gastronómicos y Periodistas del Vino en Chile.
«Nuestro proyecto que nace con el propósito de obtener las mejores uvas de lugares que reúnen condiciones naturales propias para la obtención de vinos con una identidad única y de gran calidad. Viñedos provenientes de lugares con un fuerte enfoque patrimonial y de agricultura familiar campesina. Tenemos un fuerte compromiso en dar a conocer los antiguos viñedos existen- tes en la zona central de Chile, que datan aproximadamente del año 1910 con cepas patrimoniales como País, Torontel, Semillón y San Francisco entre otros».
Estos viñedos que han pertenecido por varias generaciones a familias que han sido invadidas por cultivos intensivos como pinoy eucaliptus, se resisten a dar abandono a su lugar de origen y seguir produciendo uvas con cualidades socio culturales únicas.
«Nuestro apoyo en manejo del viñedo de manera natural como el pago responsable (comercio justo) por kilo de uva es más de 5 veces el precio por kilo de mercado, lo que da fuerza para crear un concepto de crecimiento horizontal, en donde se une al productor de viñedos patrimoniales, el elaborador o transformador de estas uvas y la comercialización de estos vinos en distintos países del mundo».
Respecto del feedback del consumidor, Sebastián dice que ha sido increíble tanto nacional como en resto del mundo. Gracias a esto hemos ido creciendo año a año. Es- tamos muy contentos. No vendemos vinos, vendemos historias que están relacionadas con un vino increíble».
Bajo su liderazgo en la comercialización, Maturana Winery ha logrado posicionarse como una de las bodegas más premiadas y reconocidas de Chile, especialmente por sus vinos naranjos y otras variedades que reflejan tanto lo ancestral como lo atrevido
A futuro, el director comercial y fundador de Maturana Winery indica que se quiere ayudar con un granito de arena desde su vereda, fomentando que Chile no posee solo vinos buenos bonitos y baratos.
El camino del mercado
Maturana Wines ya había entonces comenzado a sumar nuevos vinos. Eran blancos fermentados con las pieles o tintos fermentados en acero y guardados en barricas usadas alistándose para ser bebidos pronto. Así partieron los vinos naranjos, Pa-tel, mezcla en viñedo de cepas blancas y tintas) y Pai Gar, un país con garnacha.
“Partimos al revés de cómo suele ser”, agrega Sebastián. “Al inicio, cuando queríamos empezar a exportar nos decían que los vinos estaban increíbles. Encantaba lo que estábamos haciendo: la mínima intervención, la ayuda a productores, lo patrimonial, pero nos decían necesitamos vinos más baratos, un vino reserva o varietal para poder hacer la punta de flecha y entrar con las marcas. Les decíamos no los tenemos y nos respondían bueno, trabajen en ellos. Y trabajamos en ellos. Nos abrimos a hacer vinos de mayor rotación y así nació la marca Puente Austral, y pudimos llenar un container con un 40% de vino reserva, un 30% de gran reserva y el 30% restante eran vinos premium, además del ícono MW”.
La estrategia funcionó justo como querían, porque hoy los hermanos Maturana ya no producen casi varietales y están enfocados hacia más arriba. ¿Cómo lo han logrado? “Educando, dice Sebastián, es la evangelización que hay que ir haciendo. La diferencia es que nuestro foco no es el supermercado. Hacemos 1.000 botellas de un vino, 3.000 de otro, 6.000 de otro, y por eso en la bodega hay mucho tanque chico muy diferenciado. Además, hoy toda la uva se compra y todo el vino que vendemos lo hacemos nosotros”.
Transformando uva
En todas sus etiquetas categoría premium el nombre Maturana Wines es el hilo conductor. La referencia aparece debajo, pequeña, por encima suyo cada etiqueta es mundo. “Uno aprende”, dice José Ignacio, “que eres un mero transformador. Lo hemos hablado mucho con Sebastián, yo no quiero ser el protagonista, gestiono lo que el productor me entrega. En ese trabajo, hay que aprender a conocer sus uvas y los vinos que puedo hacer, como cualquier relación de largo plazo en la que aprendes cómo sacar lo mejor de cada uno; y eso sólo te lo da el tiempo”.
Tras diez años juntos, exportan a 26 países y producen 200.020 botellas, y las tres cubas iniciales de acero inoxidable están ahora en una bodega propia, mucho más grande, rodeadas de los más diversos estanques, de cemento, de greda, de acero… El terreno está en las afueras de la ciudad de San Fernando (Colchagua), rodeado de agua y bosques. Hace poco sumaron un viñedo de tintoreras decorativo, que es un espectáculo en esta época del año, pintado de rojo. Entre los matorrales, descubrieron una turbina para generar electricidad, su degastada estructura de ladrillos rojos es ahora el escenario del centro de eventos de Maturana Wines, donde Sebastián, de vuelta a sus pistas de cocinero, es el director de orquesta.
«En este espacio, cuenta, estamos haciendo que Maturana sea más que vinos. Queremos que vengan a comer rico con nuestros vinos y con los hermanos Maturana. No fue parte del plan inicial, confiesa, no teníamos idea de donde íbamos a terminar… Los importadores te venían a ver y querían ver infraestructura, la cosa ya no era un juego. Empezamos a ver un terreno, lo compramos entre la familia, hice mi casa aquí en pandemia, hicimos galpones, uno, dos, tres… Ya es nuestra tercera vendimia acá. Y ahora, además, puedes almorzar debajo del parrón, al lado de una viña».
Los mejores productores de uva de los valles de Chile
En nuestras aventuras de caza de los mejores Terroir, tenemos el agrado de encontrarnos con los productores de las uvas que conforman nuestros vinos, hombres esforzados y preocupados por conservar los suelos y la calidad de sus productos.
Su búsqueda por calidad máxima nos hace sentir como en casa, logrando una sinergia única, en donde el cuidado por la excelencia y el precio justo por ello, conforman los pilares de una buena amistad. Todo esto conforma el inicio del proceso de creación de los vinos, parte fundamental para llegar a la distinción que hoy logran nuestros vinos.
En nuestras aventuras de caza de los mejores Terroir, tenemos el agrado de encontrarnos con los productores de las uvas que conforman nuestros vinos, hombres esforzados y preocupados por conservar los suelos y la calidad de sus productos.
Su búsqueda por calidad máxima nos hace sentir como en casa, logrando una sinergia única, en donde el cuidado por la excelencia y el precio justo por ello, conforman los pilares de una buena amistad. Todo esto conforma el inicio del proceso de creación de los vinos, parte fundamental para llegar a la distinción que hoy logran nuestros vinos.
Con un fuerte enfoque en el rescate de las variedades patrimoniales y de la agricultura familiar campesina, el proyecto busca dar a conocer los antiguos viñedos de la zona central de Chile, que datan de aproximadamente 1910, con cepas como País, Torontel, Semillón y San Francisco, y elaborar vinos con una identidad única y de gran calidad.
Maturana Winery ha recibido importantes reconocimientos como «Mejor proyecto vitivinícola del año» y «Viña más innovadora del año”, otorgados en 2017 por el Círculo de Cronistas Gastronómicos y del Vino de Chile.
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